Por Anders Ramsay, Diseñador Ux y experto en estrategia de productos
La evolución del software hacia productos cada vez más complejos, hace que pasar horas creando composiciones estáticas en Photoshop resulte poco eficiente para la creación de un nuevo producto. El diseño puede ser estupendo en términos formales, pero ¿Qué sentido tiene si se le caen las piezas en cuanto pasa a ser interactivo?
Una buena opción es trabajar de forma conjunta y multidisciplinaria
Es decir, que el diseñador y el desarrollador creen juntos el diseño final. Tienen que ser como dos jugadores de futbol corriendo por el campo, pasándose mutuamente la pelota. Al principio está más a mandos del diseñador y, a medida que se acerque a la meta, es el desarrollador quien acapara más tiempo el balón. Puede parecer arriesgado si nunca se ha trabajado así, pero en cuanto se acostumbre, es difícil volver a hacerlo como antes.
Una buena manera de probar esta técnica de trabajo es rediseñando un producto ya existente, al que se le añade una nueva presentación. En base a los parámetros de diseño establecidos, se pone en marca un estudio preliminar. Se destinan cinco minutos a que cada uno haga su esbozo, y luego se ponen en común las ideas. Es un buen calentamiento para generar una base de trabajo.
A se traza un diagrama de flujos de usuario y se diseñan con detalle las pantallas principales. Un factor clave en este tipo de sesiones de trabajo es el contraste de los distintos tipos de vista. El desarrollador puede ofrecer una alternativa a una idea propuesta por el diseñador, que la ha expuesto sin saber si es técnicamente posible, y a su vez el diseñador puede mejorar la usabilidad de una idea propuesta por el desarrollador con tan sólo un par de retoques menores.
Si ambos comparten conocimientos de diseño UX, perfecto, pero el mero hecho de poner en común dos perspectivas diferentes genera un valioso feedback instantáneo.